Homosexualidad: ¿Desviación de la naturaleza o producto de una sociedad que no acepta la variedad de
La Corte Constitucional aprobó la adopción para una pareja en cuyo caso una de ellas era la madre biológica. Esto abre la esfera para empezar a dialogar en estas cortas palabras. El problema no radica en la elección del objeto de amor, sino en los perjuicios que están en su contra, perjuicios que se tornan desventajosos, estereotipos que están enraizados y tabúes que son aceptados. Y aunque la postura es compleja, intenta ser medida indicando elementos en contra de los radicalismos de la iglesia o de ciertas instituciones sociales; estas posturas serían igualmente extremos y no llevarían sino a un cerramiento a la verdadera discusión de este tema.

El problema no es decidir por un sexo u otro, sino establecer el respeto por la voluntad abierta y segura de muchos seres humanos que sintieron desde la infancia, desde la apertura de la conciencia juvenil o en la plenitud de una vida adulta, que su vida encontraba sentido al darse cuenta que ellos seguían unas maneras de ser, actuar, sentir, pensar y que muchas veces no tenían asidero simbólico cultural que las contuvieran. Incluso, notaban que aquello que en ellos refulgía durante años -a sus ojos eran estados profundos plenamente contemplados vivenciados- era para el común la suma de adjetivos, muchos de ellos encarnaban el mal, la enfermedad, la anormalidad, la exclusión, el peligro. Debido a esto muchos se guarecieron en armazones masculinos o femeninos, encarnaron un rol, se hicieron padres, profesores, ingenieros, abogados, médicos.
Ahora, la búsqueda no es simple, pues no se restringe a unos derechos legales o al reconocimiento social, que a larga contiene numerosos prejuicios naturalizados hasta el grado de convertirse en verdades. Lo complejo de la naturalización es que paraliza la reflexión de un proceso que no solo contiene un aspecto sexual de elección de objeto de amor, sino una amplia esfera humana y existencial, que al final se convierte no solo en una elección, sino en un estado de sentido vital.
Una cultura naturaliza un proceder humano porque lo enmarca en aspectos controlables y muchas veces cierra la opción de amplificar el sentido y en ello reside el punto crucial para comprender la polisemia de elecciones sexuales de los seres humanos que engloba, no solo a aquellos llamados heterosexuales, sino a todo el amplio abanico de comportamientos sexuales que se han denominado inversiones u homosexualidades.
Lo sexual siendo un terreno importante, no puede reducir a una persona a una minoría. El ser humano en su diversidad étnica, social y cultural y en la plenitud de un pensamiento moderno, no puede permitir que una elección sexual comprometa la integridad y el desarrollo pleno de un individuo. Limitar a una persona por su condición sexual se convierte en un encubrimiento de la totalidad del ser que yace tras ese señalamiento. Ser humano es amplio, como concepto y estado, e involucra niveles profundos a los que cualquiera puede llegar. Las limitaciones de este camino no se encuentran en lo sexual como ámbito del deseo, ni buscan un despliegue único de placer, sino que dirigen su atención a dinámicas afectivas que abarcan la amistad, el amor, la compañía, la protección, el cuidado y todas aquellas manifestaciones de amor que dan estructura interna y plenitud a las personas. En ese sentido la elección sexual, cuando es responsable y consciente, no abarca solo lo genital, sino los predios del amor. El problema acá es el nombramiento de ese amor cuando es entre personas del mismo sexo, como si en ellos no cupiera la posibilidad de sentirlo. Dicho elemento se extiende a la configuración de una pareja que no puede llamarse matrimonio, cuando en sí contiene los mismos elementos de protección e integración económica, amor y deseo, sentido compartido de futuro e incluso la conformación de una familia con hijos y aunque existen débiles argumentos que radican en que la familia debe estar conformada por hombre y mujer, porque solo ellos tienen la capacidad de procrear o incluso que la homosexualidad es el padecimiento de una enfermedad, existen otras investigaciones que demuestran que no se trata de una anomalía como muchos lo afirman.
Lowen, creador de la bioenergética, afirma que las personas que sienten repugnancia hacia estos comportamientos homosexuales tienen un estado latente de homosexualidad que es reprimido estrictamente en el individuo. Estas personas puede que no sientan conscientemente que no corren peligro de “infectarse” de esta “enfermedad”, pero su actitud ante la homosexualidad muestra su miedo de que puedan ser susceptibles a esta forma de comportamiento sexual.
“Las personas que sienten repugnancia hacia comportamientos homosexuales tienen un estado latente de homosexualidad”
Esos mismos seres que aman a una mujer o un hombre, ya sea su amigo o pareja, también pueden amar a un hijo y considerarlo como un proyecto que da sentido no solo a ellos, sino al niño en sí. Su influencia como bien lo dijimos antes, no es exclusiva de lo sexual, sino que aspira a educar y orientar a un ser humano en libertad y responsabilidad frente a su vida.
En ese orden de ideas, las prácticas familiares homosexuales y heterosexuales buscan un objetivo común y es el de respaldar la potencialidad de una persona para que entre a la sociedad con las herramientas y conocimiento interno de su propia manera de ser. Para concluir, quiero decir que debemos dejar de lado el señalamiento a las familias homosexuales, pues si caemos en ello, tendremos también que apuntar el dedo sobre las familias heterosexuales que dieron origen a esa pluralidad de seres humanos que ahora descubren otra manera de estar en el mundo.
Fotografía: Peru21.