Oído Bajo Tierra

Camino torpemente, los movimientos de mis brazos son bruscos y causantes de miles de momentos vergonzosos desde que tengo uso de razón. Tengo un ojo cada vez más perezoso y mi cabeza es uniforme. Pero mis oídos, mis oídos son mi mejor arma, ¿qué sería de mí sin mis oídos? No lo quiero imaginar. Ellos han sido testigos de malas y buenas noticias, comentarios de los que luego tuve que lamentarme y palabras fuertes que hicieron de mí lo que hoy soy, un joven de veintitrés años con mucho tiempo libre pero que vive siempre apurado.
Mis oídos escucharon música clásica hasta los cinco años. Baladas en español y música de despecho hasta los once. Letras de reggaetón, que solo hasta el son de hoy comprendo las barbaridades que cantaba, hasta eso de los dieciséis y de allí en adelante todo fue ganancia.
Ese par de oídos me hicieron ser un punkrocker enamorado y estúpido algunos meses y un marihuanero de concierto completo poco menos de un año, pero aún así los quiero. Qué sería de mí sin ellos por dios.
Medellín ha querido hacer de mí un reggaetonero sin causa, un punkrocker cursi y hasta un salsero de lavadero, pero yo elegí ser otro. Uno que buscará escuchar su ciudad con todos los demonios que la habitaban. Que optará por oír lo trágicamente invalorado y por guardar esas melodías como un tesoro para compartírselo a uno que otro aparecido cuando estuviera de genio.
No sé si mi objetivo en aquel momento fue sobre salir por escuchar lo menos escuchado dentro de mí círculo de parceros, ya no me interesa saberlo. Pero a lo que esta decisión me llevó, hoy hace que me aferre más a esta ciudad anaranjada, llena de putas, gamines, fleteros y gente buena, mucha gente buena.
Ese destino fue un mundo llamado Bajo Tierra, una agrupación tan real como el hombre que vende medias en mi barrio y como la vecina que en un pasado fue actriz porno y hoy la miro sin pena alguna. Esta banda nos cuenta una historia completa en su disco Lavandería Real donde cada una de sus canciones es un personaje que no envejece, como esas historias que jamás quieres olvidar y que siempre quieres contar, más aún, cuando estás borracho hasta las güevas rodeado de los amigos de siempre.
Hace 20 años Bajo Tierra parió su gran crónica de ciudad, y hoy yo con 23, y aún sin poderlos ver en vivo, sacrifico un frío y aburrido domingo para recordarlos y para recordártelos a vos, maldito punkrocker enamorado y estúpido. Y a ustedes también, benditos oídos, cuanto los amo.
Elegir dos temas de un total de once que contiene Lavandería Real es más complicado que escoger entre salir con la mujer que tanto te gusta o pegarse una borrachera memorable con tus parceros. Pero aquí están los míos. Al final elegí la borrachera.
Las Puertas del Amor - Bajo Tierra: Canción para un lunes, martes, miércoles o para cuando querás. Siempre es un buen o mal momento para recordar y rememorar porque “…a veces lo que más duele resulta ser lo peor…”
Slam Dance - Bajo Tierra: Me suena a viaje soñado de parceros con momentos memorables. Ese viaje que ni vos ni yo hemos tenido pero que podemos presenciar en más de tres minutos y medio donde las guitarras sin distorsión nos lo cuentan al oído.
Puede continuar leyendo a Miguel Ángel Ramírez aquí y en su blog personal: https://migueramoon.wordpress.com/2016/10/13/oido-bajo-tierra/