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El rescate de la voz ahogada de la mujer, una reseña del libro "Mujer y Tiempo" de Aura Ló

Quienes son conscientes del desarrollo de la historia de la humanidad comprenden que durante la línea de tiempo han emergido grupos que de alguna u otra forma se han visto alienados a causa de intereses personales que se vuelven, a la larga, generalizados, dando como resultado que se establezca en la sociedad el rechazo y la fobia a grupos sociales que solo quieren establecer un espacio para el desarrollo de sus actividades culturales y los valores que sus prácticas sociales conllevan.

Desde el inicio de los tiempos – si se cree que el inicio fue Dios, luego la oscuridad y luego la luz -, la mujer ha estado relegada y subyugada por el mismo mandato de Dios creador, pues es ella la portadora del pecado y la culpable de que estemos sufriendo, y para colmo, que sea ella la culpable de que no se alcance la vida eterna, es inaudito pensar que es por culpa de la mujer que morimos ¿No podríamos encontrar una excusa más loable para superar nuestro miedo a la muerte?

Miedo, pero un miedo que infunde respeto, es lo que rescata la escritora y columnista colombiana Aura López en el libro titulado Mujer y tiempo, un compendio de sus mejores columnas donde se mezclan con astucia la narración de hechos reales con comentarios puntuales que tratan de hacer ver que muchos de los derechos de la mujer todavía se siguen vulnerando.

Empieza su texto haciendo una aclaración sobre la noción de feminismo que denomina como:

“El feminismo, como cuestionamiento y crítica de lo femenino, en tanto lo femenino es aquella noción absorbida y utilizada por los mecanismos culturales, políticos y religiosos de la sociedad para mantener sometida a la mujer, parte de un enunciado que, más que eso, es el enfrentamiento primero y decisivo en la vida de toda mujer cuando se pregunta por sí misma, cuando se palpa, y palpa el mundo que la rodea, buscando a tientas, intuyendo a veces torpemente, como el ciego que siente en la yema de los dedos las aristas de su recién descubierto alfabeto, la presencia de su propio cuerpo, la evidencia de que de algún modo ese cuerpo le pertenece, la verdad tanto tiempo ignorada y sin embargo tanto tiempo sospechada de que ella es dueña de su cuerpo”.

Y hace esta aclaración ante afirmaciones tan denigrantes de personas estudiosas y de altos rangos que mueven masas y que rebaja la noción de feminismo a “Gritos recurrentes” de “un complot del sexo débil” esgrimido por “señoritas indignadas”

Nada más erróneo pensar que el feminismo es un capricho, es de aclarar - y lo creo de esta manera, ya que algunas cosas el extremo se vuelven pataleta-, que algunas representantes del grupo feminista se vuelven patanas al considerar que no se les incluye, por ejemplo, por el hecho de no manejar un lenguaje inclusivo, el cual consiste en cambiar el género de las palabras por las letras correspondientes al género femenino, cuando esa forma de conjugación no existe en la Real Academia. Esos temas, por ejemplo, sobran en una discusión que se centra, como lo expone la misma autora, en la reivindicación del cuerpo como eje primordial para la participación en sociedad. Más que darle a la mujer razones para odiar al sexo opuesto, se trata de darle herramienta para se descubra a sí misma, herramientas estas que puedan impulsar un pensamiento crítico frente a carteles de publicidad que desdeñar su cuerpo ya fragmentado y disuelto en injurias y culpabilidades.

La buena feminista busca hablar por todas las mujeres tomando cada caso, y no promulgar su odio en contra de los hombres, y hasta que la mujer no se dé cuenta que ella es la responsable de hacer valer su cuerpo, sus derechos, la forma en cómo se quiere vestir, peinar etc. no se dará su lugar en la sociedad. Las identidades de las minorías y las mayorías se han estabilizado con las constantes luchas para hacer un cambio de paradigma sustancial y hasta que la mayoría de las mujeres no se revelen y no apoyen a sus representantes en los cargos políticos – siempre y cuando estas representantes no llevan al extremo estas ideologías – no habrá forma de transformar un pensamiento tan patriarcal que ha gobernado desde que se dijo que Dios es hombre y no mujer.


 

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