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La Fiesta del Libro: Una confitería para bibliófilos

  • Juan David Ríos
  • 28 sept 2016
  • 3 Min. de lectura

Viernes 9 de septiembre,

Pudo haber sido un viernes igual que otros: clases en la universidad, asistencia a otros compromisos, lecturas obligatorias y muchas cosas más que configuran un día. Pero esta vez, hace ya 10 años, que es un viernes diferente para los apasionados por los libros, talleres y espacios culturales que se abren en Medellín por una semana. Una semana que se tomó el Jardín Botánico donde se encontraron las experiencias, las diferencias y el aprendizaje.

Una fiesta dedicada a la ciudadanía y a personajes como yo que nos gustan los libros, y que, haciendo una comparación ridícula, podría verla como una confitería donde se pueden encontrar infinidad de libros, revistas y material para la biblioteca. Hubo golosinas grandes y grande también su proporción en precio, los estantes crecieron más, dándole un nuevo aire a esta fiesta.

Porque la Fiesta del Libro sin libros no es fiesta, la literatura reunió a un sinfín de personas que confluían en diferentes gustos, desde los famoso best seller, hasta libros más sofisticados y difíciles de rumiar, sin embargo, el espacio de conferencias para la discusión fue cargada: las charlas de la tarde trajeron consigo invitados que problematizaron el conflicto, en otras, se trataron temas de interés literario y periodístico, todas las salas del Parque Explora, incluyendo el auditorio del Planetario llegaron al tope, dejando así la sensación que la gente se quiere enterar de lo pasa, y que los medios de comunicación no son los único que pueden cumplir esa función.

Una semana que estuvo cargada de eventos musicales y talleres en las diferentes carpas que la red de bibliotecas y otras entidades, abrieron al público para que pudiera jugar un poco con la literatura y el arte: un espacio en donde los ciudadanos también contamos al momento de hacer arte, talleres que se pueden replicar, a su vez, en otras instituciones con el fin de que los otros puedan tener ese acercamiento al arte. Tal vez sea esto lo que hace muy diferente a esta Fiesta del Libro, empezando por el lema “nuevos mundos” y quién, no más que la interacción entre los ciudadanos es paz de construir nuevos mundos.

Fotografía: Sebastián Soto - @Sebassoto_

El recorrido por la Fiesta del Libro

Un recorrido por las carpas me mostró la calidad humana que tenían los talleristas, pues siempre estuvieron dispuestos a divertirse, confrontar ideas y mostrar esos mundos que la literatura tiene para nosotros, porque hay que tener presente que la literatura no es solamente el acto de comprar y vender un libro, sino el acto de ojearlo, explorarlo, leerlo, y compartir luego esas experiencias con los ciudadanos.

Pero los talleres no fue lo único que se realizó, también hubo congresos que acogieron a las personas interesadas en temáticas específicas que desarrollaron especialistas en las mismas, en mi caso, no me pierdo hace 3 años, el Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro, un espacio abierto al público en donde se estudia, se comparte y se teoriza sobre la novela de crimen, fueron, entonces tres días cargados de puras emociones criminalezcas con las cuales se podía dar cuenta de que los personajes de una novela, son a su vez, el reflejo de una sociedad construida bajo unos cimientos morales. Tal vez sea este tipo de novela la que critique y muestre esos cimientos que se van configurando cada que se cae dentro de la cotidianidad.

Un viernes de la segunda semana de septiembre, se abrió un mundo en donde se pueden encontrar libros, vivir experiencias gratificantes, pero sobre todas esas cosas, se encuentran nuevos mundos, vemos diferentes lecturas.


 
 
 

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